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Autor: Anita Dinamita

El loro

El loro

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Este era una vez un hombre que quería comprar un loro. Entra a una tienda de animales y ve a tres loros; el primer loro cantaba karaoke y pregunta:
loro-¿Cuánto cuesta este loro?
El vendedor le responde:
-20.000 euros.
El señor pregunta por el siguiente loro que cantaba operas.
-¿Cuánto cuesta este otro loro?
El vendedor le responde:
-30.000 euros.
Luego el comprador pregunta por el último de los loros que estaba mal vestido y despeinado-¿Y cuánto cuesta éste?
El vendedor le responde:
-100.000 euros.
El comprador le pregunta:
-¿Por qué este es tan caro?

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Capitán

Capitán

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-Capitán, ¿puedo desembarcar por la izquierda?
-Se dice «por babor»
-Por babor, Capitán, ¿puedo desembarcar por la izquierda?
(Gracias Ana)

Una empujadita

Una empujadita

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A las 3.00 a .m., suena el timbre, abre la puerta el dueño de casa y se encuentra con un completo desconocido y borracho diciéndole:
Señor, por favor, me haría el favor de empujarme un poco, que…
El señor le interrumpe indignado:

una_empujadita-¡Pero como se atreve a tocar a mi puerta a las 3 a.m.!
Yo a usted ni lo conozco y en tres horas me tengo que levantar para irme a trabajar. ¡Deje de molestarme y váyase de mi casa!

El borracho se disculpa y se va obediente y cabizbajo.
El dueño regresa a su cuarto, muy molesto; se queda insomne y empieza a sentir un poco de remordimiento de conciencia y piensa:

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La muela

La muela

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Una mujer y su esposo tuvieron que interrumpir sus vacaciones para acudir al dentista.
dentistaNecesito una extracción, pero sin anestesia porque llevo mucha prisa, anunció la dama.
Extraiga la muela lo más rápido posible para que podamos irnos pronto.
Muy impresionado el dentista exclamó:
¡Qué valiente es usted, señora! ¿Cuál es la pieza?

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Ventosidades

Ventosidades

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Había una vez un hombre que tenia una loca pasión por las alubias blancas; las amaba, aún cuando siempre le producían situaciones embarazosas debido a estruendosas reacciones intestinales.
Un día conoció a una chica de la que se enamoró.
Cuando ya era una realidad que se casarían, el se dijo a sí mismo:
– Ella es tan dulce y tan gentil, que nunca aguantaría algo como esto.
Así que el tipo hizo el sacrificio supremo; y
abandonó para siempre las alubias blancas.
La pareja se casó y, algunos meses después, un día el tuvo un accidente de coche mientras iba de casa al trabajo y llamó a su esposa:
– Cariño, llegaré tarde; tendré que caminar muchos kilómetros hasta llegar a casa. De camino, se detuvo en una cafetería y no
pudo resistir la tentación… Pidió tres platazos de alubias blancas. Se pasó todo el camino a casa ventoseando cual motoretta tirando gases y al llegar a casa creyó estar lo suficientemente seguro de que había expulsado hasta el último gas intestinal.
Su esposa estaba muy contenta por su llegada y
agitada al verlo, exclamó:
– Mi amor, esta noche tengo una increíble sorpresa para cenar… Para su sorpresa, ella le vendó los ojos en la entrada de la casa y lo acompañó hasta la silla del comedor, donde lo sentó.
Justo cuando ella le iba a quitar la venda de la cara, sonó el teléfono.
Ella dijo:
No te quites el vendaje de la cara hasta que
vuelva de hablar por teléfono, por favor, cariño.Tomando en cuenta la oportunidad de su inasistencia, y sintiendo inesperadamente una
repentina e inaguantable presión intestinal, apoyó todo su peso sobre una de sus piernas y dejó escapar un pedo. No fue lo suficientemente ruidoso, pero tan oloroso que sólo lo soportaría el autor del mismo.

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Comida de etiqueta

Comida de etiqueta

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Llega un tío a una comida de etiqueta con un protocolo muy estricto y en medio de la comida le asalta un dolor de estomago terrible, al ver que no puede más, decide tirarse un pedo. Para disimular según se lo tira, tose, pero le sale una flema y le empieza a picar la garganta. Así que el tío estornuda, con tan mala suerte que le quedan dos velas, de unos cinco centímetros cada una, colgando de la nariz. El tío nerviosísimo por la situación decide sorberlas,

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Los gases de la viejita

Los gases de la viejita

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Una viejita visita al doctor:
– «Doctor, tengo un problema con los gases, pero realmente esto no me molesta mucho. Mis flatulencias nunca huelen y son siempre silenciosas. De hecho, me he tirado como veinte por lo menos desde que estoy aquí en su oficina y usted no se ha dado cuenta de mis gases porque no huelen y son silenciosos.»
– «Entiendo, tome estas píldoras y regrese a verme la semana que viene.»
A la semana siguiente, la ancianita regresa y dice:

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