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Autor: Anita Dinamita

La viejita

La viejita

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Una viejita fue al mercado y puso en su canasta las latas más caras de comida para gato.

Luego fue a pagar en la caja y le dice con orgullo a la cajera : “Solo compro lo mejor para mi gatito”.

La cajera le dice: “Lo siento, pero no le podemos vender comida para gato sin que usted tenga pruebas de que tiene un gato. Muchos ancianos compran comida para gatos y por necesidad luego ellos mismos se la comen, el gobierno quiere pruebas de que usted está comprando la comida realmente para su gato”.

La viejita se fue a casa, agarró su gato y lo trajo a la tienda  y le vendieron la comida para el gato.

El día siguiente la viejita fue a la tienda a comprar 12 galletas para su perro y la cajera esta vez le exige prueba de que ella también tenía un perro, alegando que muchos ancianos a veces comen hasta comida para perro.

Frustrada la viejita fue a casa, regresa trayendo a su perro.
Finalmente le dieron las galletas para perro.

El siguiente día ella trajo una pequeña caja que tenía un hueco en la tapa.

La viejita le pide a la cajera que metiera su dedo en el hueco de la caja.

La cajera dijo,

«No, quizá usted tenga allí una serpiente, Ud.. tiene muchos animales».

La viejita le asegura que no habrá nada en la caja que la mordiera.

Entonces la cajera rápidamente mete y saca el dedo del hueco de la caja y le dice a la viejita:

«Esto huele a  mierda».

La viejita con una sonrisa de oreja a oreja le  dice a la cajera:

Ahora, querida, ¿puedo comprar tres rollos de  papel higiénico…?»

Lo que realmente las mujeres desean de los hombres

Lo que realmente las mujeres desean de los hombres

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Lo que realmente las mujeres desean de los hombres(por edades)

Expectativas mínimas agrupadas en capas de edades comprendidas entre los 18 y los 75 años.

De 18 a 20 años

-Que te guste físicamente
-Que sea agradable y simpático
-Que sepa bailar
-Que tenga coche
-Que me lleve a comer pizza por lo menos 4 veces a la semana

De 21 a 30 años

-Que sea maravilloso
-Que sea romántico
-Que sea inteligente
-Que sea comprensivo
-Que sea dulce
-Que sea deportista
-Que sea trabajador
-Que tenga piso
-Que tenga un padre rico

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La gran cabalgada

La gran cabalgada

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Cierto día un paciente de un hospital psiquiátrico golpea la puerta del director del hospital.

– Como está,  doctor? Puedo entrar?

– Claro que si. Qué deseas?

– Bueno, doctor. Le quiero dar un regalo.

– ¿Un regalo?

– Es un libro.  Se titula LA GRAN   CABALGADA.

– Muy interesante. ¿quien es el autor?

– Yo, doctor.

– Tu? Pero como es eso?

-LLevo internado aquí  muchos años y he   tenido mucho tiempo para escribirlo.

–  Estoy muy impresionado. Si has sido  capaz de escribir un  libro, es porque   ya estás curado.

Voy a firmar tu alta inmediatamente.

Más  tarde el director del hospital   inició la lectura del libro.

 

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Las gafas

Las gafas

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Un amigo mío se fue a Madrid en viaje de trabajo. Sabiendo que su novia necesitaba unas gafas para la vista y, encontrando la ocasión de  comprarle unas muy bonitas, y baratas, entró en una óptica. Después de ver unas cuantas, se decidió por unas y se las compró… La dependienta se las envolvió y pagó la cuenta pero, al marcharse, en lugar de coger el paquete con las gafas, cogió otro muy parecido que había al lado.. El paquete contenía unas bragas que una clienta de la óptica acababa de comprarse en una corsetería.  Mi amigo, que no se dio cuenta de la equivocación, se fue directamente a correos y le envió el paquete a su novia, junto con una carta.

La novia, al recibirlo, se quedó extrañadísima con el contenido así que, abrió la carta y la leyó:

“Querida Marta:

Espero que te guste el regalo que te envío, sobre todo por la falta que te hacen, ya que llevas mucho tiempo con las otras que tenías y éstas son cosas que se deben cambiar de vez en cuando.

Espero haber acertado con el modelo. La dependienta me dijo que era la última moda, de hecho me enseñó las suyas y eran iguales. Yo, para comprobar si eran ligeras, las cogí y me las probé allí mismo. No sabes cómo se rió la dependienta, porque esos modelos femeninos en los hombres quedan muy graciosos y más a mí, que sabes que tengo unos rasgos muy prominentes.  Una chica que había allí me ayudó también a decidir. Me las pidió, se quitó las suyas y se las puso para que yo pudiera ver el efecto.  A esta chica le lucían menos que a la dependienta, porque el pelo se las tapaba un poco por los lados, pero aún así, me pareció que le favorecían muchísimo.

Finalmente me decidí y te las compré. Póntelas y se las enseñas a tus padres, hermanos y, en fin, a todo el mundo, a ver qué dicen. Al principio te sentirás rara… acostumbrada a ir con las viejas, y últimamente a no llevar ninguna… pero sobre todo, mira que no te estén pequeñas, si no te van a dejar señal cuando te las quites. Ah, y ten cuidado también de que no te estén grandes, no sea que se te caigan cuando vayas andando.  Para que te sean útiles y resulten más bonitas, me han aconsejado que las  limpies muy a menudo.  Igualmente me recomendaron que tengas cuidado con los roces porque se acaban estropeando. Llévalas con cuidado y, sobre todo, no vayas a dejártelas por ahí y las pierdas, que tú tienes la costumbre de quitártelas y llevarlas  en la mano. En fin, para que te voy a decir más. Estoy deseando vértelas puestas. Creo que este es el mejor regalo que podía hacerte.

Un beso… Manuel.»

La ley del silencio

La ley del silencio

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Cristóbal y Mercedes, un matrimonio normal, estaban peleando mucho
últimamente en la casa y en una de esas discusiones deciden que no se
van a hablar más. Ya se sabe, la famosa «ley del silencio/hielo»,
ninguno le hablaba al otro y viceversa.

Pero un día Cristóbal se da cuenta que necesita que su esposa lo
despierte al día siguiente a las 7 a.m. (el despertador estaba
estropeado).

Tenía una importante partida de golf con un
cliente y Mercedes debía levantarse ese día a las 6,45 a.m. como todos
los días laborables, gracias al casi inaudible sonido de su precioso
reloj/despertador de pulsera, que él la había regalado.

Como no quería ser el primero en romper el silencio (y así perder esta
batalla) le escribe en un papel : «Por favor, Mercedes levántame a las
7 a.m.».
A la mañana siguiente Cristóbal se levanta y se da cuenta que son las
9 a.m. y que la partida de Golf, y quizás también el importante
cliente, se habían ido al carajo.

Furioso,

Se levanta pensando en las “burradas” que le iba a escuchar Mercedes cuando se le echara en cara(ni ley del silencio ni leches).

En eso encuentra un papel pegado en la cama que decía:

«Cristóbal, son
las 7 a.m., levántate».

MORALEJA:
«Los hombres no estan equipados para ganar este tipo de batallas»